Tan solo es cuestión de dinero, según Diego J. García Molina

Tan solo es cuestión de dinero

Ha empezado este curso en la escuela pública murciana peor que nunca, o quizá, igual que siempre: problemas de falta de profesorado, aulas masificadas, sin transporte público en muchos centros o con disminución con respecto a años anteriores, alumnos en barracones por no tener las aulas terminadas, problemas de material, de comunicaciones, de climatización, goteras, más un largo etcétera. ¿Creen ustedes que a la Consejería de Educación y a los ayuntamientos no les gustaría que estos problemas desaparecieran? ¿Qué no se hablara continuamente en prensa de incidencias en colegios e institutos? ¿Qué no hubiera protestas y encierros y se esté pidiendo la dimisión del consejero del ramo días después de haber sido nombrado? Evidentemente no, sin embargo, es tan solo cuestión de dinero. Si no hay presupuesto suficiente para todo y estos pueden aguantar, que aguanten, pensarán, hay otros desembolsos de los que no se puede prescindir. Buscando otro ejemplo en el deporte, ¿qué pasa con el Barcelona de baloncesto (del de fútbol mejor no hablar)? Han tenido que prescindir de varios de sus pilares de los últimos años, junto a la espantada del entrenador y un equipo de circunstancias, con el máximo rival machacándole en sus dos primeros encontronazos. Seguramente les gustaría poder fichar para competir por la Euroliga en vez de pescar chavales jóvenes en equipos de la ACB; con futuro, eso sí, mas sin experiencia internacional. Pero se acabó la pasta, hay que apretarse el cinturón. Como estos ejemplos hay otros cientos, seguro que a ustedes se le ocurren varios, como la travesía en el desierto de varios años del Arsenal (que todavía dura), tras la construcción de su nuevo estadio, o los malabarismos económicos que tienen que hacer las familias cuando alguno de sus miembros se queda sin trabajo, sobre todo si se junta con una inflación desbocada como en la que nos encontramos que ha hecho subir los precios más de un diez por ciento, añadido a la subida de los tipos de interés que han elevado las hipotecas hasta un máximo prácticamente insoportable. Añádanle el paro estructural más alto de la Unión Europea (sí, hemos superado a Grecia), bajas de autónomos y batiendo récords de cierres de empresas: más gente al paro cobrando subsidio, y dejando de cotizar. La tormenta perfecta.

Continuando con el ejemplo de las familias, cuando sucede la desgracia de quedarse sin empleo, lo normal es que rápidamente se ajusten los gastos. Los imprescindibles se mantienen, los superfluos se eliminan hasta mejor ocasión. Hay que administrar un presupuesto y la lógica y el sentido común se imponen. Aunque siempre dejemos un remanente para una cervecica el fin de semana. Observemos que hacen los administradores de la res publica, los gestores de lo común, nuestra amada clase política (amada por sus afines incondicionales, claro). Desde la crisis de 2008, el endeudamiento del estado crece casi exponencialmente. Es decir, cada vez debemos más dinero y los intereses de la deuda generada cada vez necesitan más porcentaje del presupuesto (no caigan en la trampa de compararla con el PIB de forma porcentual). Y eso que hemos estado en unos años de cierta calma con la política de compra de deuda pública por parte del banco central europeo, la cual no hemos aprovechado para reducirla (como he dicho, aumenta año a año, es sencillo de confirmar, por ejemplo, en datosmacro.com, entre otras muchas webs similares).  Es como si en casa tenemos una hipoteca, y como me falta dinero para llegar a fin de mes pido un préstamo personal para poder pagarla; y cuando me falte para pagar los intereses de este préstamo solicito una segunda hipoteca. ¿Hasta cuándo durará la huida hacia adelante? El efecto directo de todo esto, el dinero que llega trasferido a las comunidades para educación y sanidad, por ejemplo, algo a lo que ninguno queremos renunciar, es cada vez es más exiguo; por lo tanto, el servicio cada vez es peor. Y, además, como hay otras comunidades que despilfarran millonadas por el delirio identitario de sus dirigentes (véase Cataluña), y otras que solo reciben, sin aportar a la caja común (véase País Vasco con el timo del concierto vasco), al final somos las comunidades más pobres las que pagamos las consecuencias. No nos echemos las manos a la cabeza cuando se produzca el siguiente recorte, es que no hay dinero.

¿Qué hacer para paliar un poquillo esta situación? La autonomía catalana, debido al dinero que invierte en estructuras paralelas, propaganda, televisiones, embajadas, etc., en estos últimos diez años ha generado una deuda con el estado de más de 100.000 millones de euros. Imaginen todo lo que se podría hacer con eso. Pues lo peor es que para apoyar a Sánchez en su investidura exigen, no solo que se les perdone esta deuda, sino que se le entreguen 450.000 millones de euros más en concepto de “deuda histórica” con Cataluña. Está claro que esto último es una fantasmada imposible de cumplir, pero así será más sencillo tragar con la petición de condonación del dinero del fondo de financiación autonómica, esos más de 100.000 millones. En definitiva, como decían los de Cruz y Raya, las gallinas que entran por las que salen. No somos un estado rico con recursos naturales o multinacionales, el dinero que hay es el que hay, y si alguien se lleva de más, otros se llevan de menos. Y así nos encontramos cada vez más cerca del precipicio, con políticos sin cabeza al frente de la nave, o con una ambición desmedida que no pone cortapisas a cualquier desvarío. ¿Qué hacer? Complicado, aunque podemos seguir la pista del dinero. No nos centremos únicamente en las consecuencias de que no haya dinero, en esos recortes, sino en el origen principal del problema, la mala redistribución del mismo y el problema de rozamiento interno que tenemos en nuestra nación que no nos permite avanzar, permitido y en ocasiones propiciado por las dos principales formaciones políticas que se han alternado en el poder. Como cantaba el grupo Reincidentes: “Solo puedes votar…”. Pensemos simplemente que nuestro voto es el que posibilita, el que realmente autoriza estas actitudes. Con los mimbres que tenemos en estos momentos, con esta clase política que traga con todo, poco se podrá avanzar para conseguir un estado moderno rico y solidario interterritorialmente; no obstante, cuando salga un partido nuevo, que saldrá, dispuesto a atacar los problemas de raíz, como intentó en su momento UPyD, démosle una oportunidad. Nadie le pone un pero a la acción política que inició y a la honradez de sus representantes sin embargo, cuando llegó el momento de la verdad, la hora de votar, los cantos de sirena de nuevas formaciones que solo eran fachada, vendehúmos, o directamente sinvergüenzas, se llevaron el gato al agua propiciando la desaparición de la formación liderada por Rosa Díez. Es complicado resolver un problema utilizando las mismas soluciones que han fracasado anteriormente, es necesario buscar alternativas. Probemos.